Aunque las apuestas de la bolsa suelen estar un tanto
alejadas de la economía real, en
ocasiones pueden servir para sacar conclusiones sobre lo que ocurre en nuestro sistema
productivo. La salida a bolsa de dos compañías, Cellnex y Talgo, explican
algunas cosas.
Los afortunados y los favorecidos no contemplan su propio bienestar a
largo plazo y no son sensibles a él. Reaccionan, más bien, y vigorosamente, a
la satisfacción y a la comodidad inmediatas."
John Kenneth Galbraith. La cultura de la satisfacción.
Se dice que el comportamiento de la bolsa es un termómetro de la economía. Yo no estoy
muy seguro. La bolsa refleja más bien el comportamiento de un casino. Pero
alguna vez puede decir algo sobre la
economía de un país. A eso vamos. El pasado 7 de mayo, dos empresas muy distintas comenzaron a cotizar en la
bolsa española. La naturaleza de las mismas y el comportamiento de los que
compran acciones en la bolsa pueden servirnos para sacar conclusiones sobre
nuestro modelo económico. Me refiero a Cellnex
y a Talgo. La primera, una empresa de servicios sin competencia. La
segunda, una empresa típicamente industrial.
Cellnex es la división de telecomunicaciones de la compañía de autopistas de
peaje Abertis. Esa explicación dice muy poco. En realidad Cellnex se dedica
primordialmente a sacar partido de su red de repetidores de televisión y radio.
A las diferentes empresas de televisión les cobra por trasladar su señal de un
lugar a otro hasta llegar a más de 12 millones de hogares. Es la antigua
Retevisión, empresa pública que el PP privatizó en 1997, al poco tiempo de
llegar Aznar al Gobierno. Con el paso del tiempo ese negocio recaló en Abertis.
¿Quien construyó esa red? Pues en su mayoría el Estado, con el dinero de los
ciudadanos, o lo que es lo mismo, Radiotelevisión Española. También se dedica a
alquilar a las operadoras de telefonía
móvil postes que compró sobre todo a Telefónica.
De los 57 millones de euros que ganó Cellnex en 2014 casi
todo, el 84 por ciento, lo consiguió con
este negocio seguro y sin competencia. Se
trata por tanto de una empresa fundamentalmente rentista. Como el poseedor de un parque de viviendas,
alquila su red de repetidores y obtiene una suculenta renta con ello. Pero
además es un rentista con ventaja, con un negocio cautivo. Las televisiones o
las operadoras de móviles no pueden optar
por otra compañía, como un
inquilino por otro casero, porque lógicamente no hay desplegadas múltiples
redes alternativas, que lo harían altamente ineficiente y costoso.
Talgo por su parte es una empresa típicamente industrial. Se dedica a la
fabricación de trenes con tecnología propia y al mantenimiento de los mismos.
La mayor parte de sus activos, de sus fábricas, de su tecnología, el 95 por ciento, están en España. Sin embargo, el 72 por
ciento de sus ingresos proceden del extranjero. Es decir, se trata de una
empresa industrial, de tecnología española
y fuertemente exportadora.
Acabamos de describir dos modelos,
dos maneras de hacer negocio radicalmente opuestas. Una, Cellnex, rentista,
apoyada en un negocio cautivo que consiste preferentemente en cobrar a los que
no tienen otro remedio que contratar con ella. La otra, Talgo, una compañía
competitiva, que aporta valor, al transformar materiales, diseño y tecnología
en producto propio por el que gana dinero, sobre todo ingresa dinero vendiendo
fuera.
No entro aquí a analizar la gestión ni las bondades o maldades de ambas, sino la
naturaleza misma de su forma de ganar dinero y crear riqueza.
La respuesta de los inversores en bolsa a estos dos modelos
fue clara:
La aparición bursátil de Cellnex fue todo un éxito. Salió a un precio que los expertos
consideraron caro y aun así en su primer día las acciones subieron un 10 por
ciento.
La salida al mercado
de Talgo fue todo lo contrario, se confirmó el fracaso que los expertos habían
pronosticado: el primer día sus acciones bajaron algo más del 9 por ciento.
Toda una declaración de los que invierten en bolsa sobre la
apuesta por la economía de nuestro país. Cuando se trata de ganar dinero, se
prescinde de la retórica de la marca España, de las reformas necesarias para
nuestra economía y de todas las banalidades de gobernantes, grandes empresarios
y expertos.
No son dos casos aislados: de las 35 compañías que integran
el Ibex, la selección de las principales sociedades en bolsa, sólo 5 son
propiamente industriales. La primera de ellas, Mittal, se sitúa en el número 12
por valor. Y se trata de una empresa extranjera que cotiza también aquí.
En el principal índice de la bolsa alemana, el Dax, las tres
compañías con más valor son industriales. Y de las 30 que recoge, 16 son
industrias.
Es la pequeña diferencia entre una economía y otra.
Pues no es tan pequeña la diferencia. Verdaderamente, la "Marca España" queda en pésimo lugar.
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