"El secreto de ser aburrido es decirlo todo"

Voltaire.

jueves, 21 de enero de 2016

BIENVENIDOS AL MUNDO IRREAL

Dedicar horas de tertulia a interpretar el Reglamento del Congreso, y sus límites a la formación de grupos en la Cámara, cuando lo que está en cuestión es el entramado constitucional mismo  no deja de ser una muestra evidente del mundo irreal.
La mentira es más exquisita que la verdad y el sueño más puro que la realidad terrestre.     Mika Waltari. Sinuhé el Egipcio.              

Escuchar a la gente siempre es interesante, aunque lo que digan pueda no serlo. Hace reflexionar y sacar conclusiones, más incluso cuando lo que se oye es llamativo. Eso me ocurrió el miércoles 20 de este mes al oír la tertulia en Hoy por Hoy de la Cadena SER. Ante los líos y negativas reglamentarias del Congreso para la formación de grupos parlamentarios por las llamadas Confluencias con Podemos, uno de los tertulianos  aseguró “bienvenidos al mundo real”, aludiendo a Podemos. Se refería, claro está, a la realidad que impone la práctica parlamentaria en España. No me voy a ocupar aquí de esa práctica, sino del mundo real.

El pasado lunes 18, la ONG Oxfam Intermón publicó un documento demoledor sobre el incremento de la desigualdad. Según el informe, 62 personas poseen la misma riqueza que la mitad de la población mundial. Cinco años atrás eran 388 personas, lo que da una idea del aumento galopante de esa brecha entre ricos y pobres.

En España, el uno por ciento de la población concentra más riqueza que el 80 por ciento más pobre. Esta situación de injusticia económica se ha disparado además en los últimos años. En 2014, aseguraba el informe, nuestro país alcanzó su máximo en número de personas en riesgo de pobreza o exclusión: 13.400.000,  el 29 por ciento de la población. Son datos  que Oxfam ha extraído de Eurostat, la oficina de estadísticas de la Unión Europea.   Sólo Letonia y Grecia superan ese porcentaje entre los países de la Eurozona. Además, la cifra de afectados no para de aumentar. Desde que comenzó la crisis, el número de pobres o excluidos en nuestro país ha crecido en casi 2.300.000 personas.  Y en la última legislatura,  en la que ha gobernado el PP, el incremento hasta 2014 superó el millón de personas.
Pero el deterioro no se ha producido sólo en los casos extremos. La media de lo  que perciben los españoles por salario o prestación por desempleo cayó desde 2007, último año de bonanza, hasta 2014 un 22 por ciento, si se descuenta la inflación, la subida de los precios. Eso es lo que ha retrocedido para la gente común su capacidad económica.   Recordando al tertuliano antes citado, ¡bienvenidos al mundo real!

Repaso los periódicos impresos del día siguiente a la difusión del informe por Oxfam Intermón. Entre los de Madrid, sólo el gratuito 20 Minutos destaca la noticia en su primera página. El resto no se ocupa  del aumento de la desigualdad  en la portada. Únicamente El Mundo se refiere al documento en un minúsculo titular en su parte baja, pero aludiendo al dinero que se oculta en paraísos fiscales. ¿De qué se ocupan entonces las portadas de los diarios madrileños? Repasemos. “El Rey admite en su audiencia que será difícil la investidura”, titula uno. “El Rey asume que costará formar Gobierno”, asegura otro. “Poca fe en la investidura” añade un tercero junto a la foto del monarca.  La verdad es que era algo que ya sabían los españoles, y se supone que el rey entre ellos, desde la noche del 20 de diciembre, tras conocer los resultados electorales.  Otro recurre a un género periodístico de moda, el de ¡Qué malos son los independentistas! En esta ocasión el titular es “El 3% sirvió para financiar los grupos independentistas”. No falta, claro está, otro destacado titular del segundo género periodístico en alza: “Qué malos son los de Podemos”. En fin,…¡bienvenidos al mundo irreal!

Retomo el asunto al que me refería en el primer párrafo. El tan traído y llevado debate sobre la formación de grupos parlamentarios en el Congreso. No entro aquí en el detalle del tema. No es el caso. Me ocupo de ello para contrastarlo con el mundo real. Dedicar horas de tertulia televisiva o radiofónica y páginas de periódicos a interpretar el Reglamento del Congreso, y los límites que pone para la formación de grupos en la Cámara, cuando lo que está en cuestión es el entramado constitucional mismo  no deja de ser una muestra evidente del mundo irreal. Qué más dará lo que diga un reglamento que se ha podido interpretar a gusto de los partidos de turno y que se puede cambiar como cualquier otra cosa.  No me imagino a los desesperados pasajeros del Titanic  debatiendo sobre la música que hacía sonar la orquesta mientras el barco se hundía.

Lo cierto es que estos debates, estos problemas formales, no son nuevos. Tienden a resolverse sin dificultad cuando reina la armonía y  no se esperan cambios importantes. Lo que se juega cada sector político o cada grupo de interés es poco. Las cosas van a seguir igual, qué importa si hay que modificar o soslayar  algo. Pero en los momentos de cambio la situación es otra. Se cree que se arriesga perder algo y se defiende “cada palmo de terreno”. Una defensa a ultranza puede sin embargo suponer más riesgo, si lo que conlleva es ignorar el mundo real. Me viene a la mente la reacción de un niño de pocos años que se tapa los ojos y dice “no estoy”, en la creencia de que así se esconde de los demás.