La insistencia machacona en anunciar el
fin de la crisis, no se corresponde con el sentimiento de la gente, pero
tampoco con los datos económicos.
“A veces el saber verdadero resulta
indiferente y entonces puede inventarse”.
Javier
Marías. Todas las almas.
Se ha proclamado el fin de
la crisis. Me extraña, porque siempre había pensado que los decretos no
entraban en vigor hasta el día siguiente de su publicación en el Boletín
Oficial del Estado. Pero en fin…así se ha hecho. Y ante tal pronunciamiento, se extiende cada más el comentario de que los
datos económicos no coinciden con la realidad que viven de las personas..
No
es cierto. Los datos económicos, cuando hacen referencia al conjunto de la
sociedad, sólo tienen por objeto describir con cifras la realidad de las
personas. Y así lo hacen. Lo contrario sería como pensar que una
balanza no refleja realmente la masa,
por ejemplo, de un cilindro de hierro. En tal caso, ni los datos económicos, ni
el Sistema Universal de Unidades de Medidas tendrían sentido, y posiblemente
viviríamos en la irrealidad.
Hay otra explicación, por la
que sorprende la proclamación de la crisis. Simplemente porque los datos pueden ofrecerse sesgados. No
me refiero a que se interpreten de modo optimista. Siempre es positivo mostrase
optimista. Es algo más: se destacan cifras al calor de la actualidad más
rabiosa como si fuesen excepcionales y se evita la comparación con periodos
anteriores. Con datos de un solo
trimestre se concluye por ejemplo, que estamos ante un cambio de modelo, algo que
ofendería cualquier razonamiento.
Repasemos los argumentos más
repetidos por el Gobierno.
El
primero. Por primera vez en la crisis el Producto Interior Bruto, la actividad económica, ha dejado de caer
en el tercer y se espera que en el cuarto trimestre respecto al trimestre anterior. Simplemente no
es cierto que sea la primera vez. Eso ya ocurrió durante cinco trimestres consecutivos entre 2010 y
2011 y la crisis no quedó atrás.
Segundo. Las exportaciones crecen como nunca,
porque estamos cambiando el modelo económico. Tampoco es cierto. Entre abril y
junio aumentaron un 9 por ciento. ¿Es mucho? Si se compara con los otros
trimestres del gobierno de Rajoy sí. Pero en 2010 y 2011 registraron
crecimientos del 14, del 12 y del 11 por ciento. Y vivíamos la crisis con
terror.
Tercero. La bolsa. Se ha disparado en lo que llevamos
de año: ha subido el 20 por ciento y ha llegado a alcanzar los 10.000 puntos. ¿Es un buen
augurio? En 2009 subió el 26 por ciento y acabó en 11.940 puntos. ¿Recuerdan?
Fue el año de mayor hundimiento económico con una caída del 3,8 por ciento del
PIB.
Cuarto. La prima de riesgo, la diferencia entre
el interés de la deuda española y la alemana, ha caído hasta los 237puntos y
se celebra como un triunfo. Era el nivel que tenía en junio de 2011 cuando
Zapatero pensó que se le venía el mundo encima. El 7 de mayo de 2010 estaba
mucho más baja aun, en 162 puntos, lo que llevó al presidente del Gobierno a
lanzarse por la senda del ajuste.
Quinto. La inversión en equipamiento de las
empresas, cae, pero ya poco, porque bajó el 0,4 por ciento en el segundo trimestre.. En el último
trimestre de 2010 subía el 1,2 por ciento y la crisis continuaba.
Sexto. El dinero que llega a España. El
presidente del Santander, Emilio Botín, afirmaba el pasado 17 de octubre “está
llegando dinero a España por todas partes”, Pues bien, el dinero de las
inversiones extranjeras en nuestro país, ya sea para una empresa, para comprar
acciones, bonos del Estado o cualquier otra cosa disminuyó entre enero y julio
de este año en más de 100.000 millones de euros. En ese periodo durante 2010
también bajó, pero en sólo 13.000 millones.
Séptimo. La inflación. Este argumento roza el esperpento. Se destaca
que en septiembre la moderación de precios era tal que sólo habían subido el
0,3 por ciento. Y se asegura que acabaremos el año con una inflación de sólo el
1 por ciento. “Es la primera vez que eso ocurre”, presumía recientemente el
ministro de Hacienda, Cristobal Montoro en la Cadena Ser. Tampoco es cierto.
Ocurrió en una ocasión, en 2009: los precios subieron ese año el 0,8 por
ciento. Y en septiembre de ese año incluso bajaban
el 1 por ciento. Fue el año de la gran catástrofe. Aparte de la bajada del
petróleo, el resto de los precios se estancaron entonces y ahora por el parón
económico, como ocurre cuando la gente no consume.
Detallo hasta aquí los capítulos con los que el
Gobierno anuncia que nos hemos curado. Hay otros que ni siquiera se tiene el atrevimiento
de mencionar, como la caída constante de la producción industrial, la reducción
mes a mes del números de pedidos a la industria, indicador adelantado por
excelencia de cómo van las cosas, o que
cada vez los bancos conceden menos créditos, pese a esa “llegada de dinero de
todas partes”, También que Hacienda no
consigue recaudar lo previsto porque no hay actividad ni empleo suficiente.
Podemos seguir: la demanda de energía en lo que llevamos de año es un 2,4 por
ciento inferior a 2012 y en septiembre cayó el 1,5 por ciento. Las compras
en el comercio bajaron en agosto el 4,5 por ciento, tras acumular una caída
continuada desde junio de 2010.
¿Cómo es posible todo esto si salimos de la recesión? Porque la salida de la recesión se determina cuando sube la actividad económica un trimestre sobre el anterior. Si comparamos nuestra economía con el mismo periodo del año pasado caemos todavía el 1,2 por ciento.
¿Cómo es posible todo esto si salimos de la recesión? Porque la salida de la recesión se determina cuando sube la actividad económica un trimestre sobre el anterior. Si comparamos nuestra economía con el mismo periodo del año pasado caemos todavía el 1,2 por ciento.
Evito hablar del empleo, el
factor más determinante de la actividad económica, porque su situación es de
sobra conocida y el Gobierno aun no ha tenido el atrevimiento de utilizar
el 26 por ciento de paro cómo indicador de la recuperación, pese a la creación de empleo precario reciente..
Sólo la angustia por
anticipar algo parecido a la llegada del Mesías, o una estrategia consistente
en hacer creer a la gente que lo que se prometía es lo que ya se ha logrado, y ahora si no consumen más es por que no se atreven, puede explicar esa proclamación del fin de la crisis por decreto.
Emilio, menudo chorro de agua helada para los ilusos que se hayan creído los mensajes interesados sobre el fin de la crisis. Y sí, la conclusión es totalmente desoladora: ¡Mira que si es verdad, que el fin de la crisis es esta devastación!
ResponderEliminarPero... ¿en qué mundo viven estos extraterrestres que nos gobiernan? ¿Por qué no miran a los estudiantes sin becas, a los expulsados del sistema de la seguridad social, a los parados, a tanta gente que ha caído en la miseria y les cuentan que ya no hay crisis?
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